sábado, 31 de diciembre de 2011

Queridos Reyes Magos:

Quiero no escribir tantas entradas en este blog. Quiero no sentir tanto como antes la necesidad de plasmar aquí nada. Quiero que sea como es ahora. Quiero seguir jugando con las palabras y sus significados, pero colocándolas de manera única en un único instante del tiempo, y que queden grabadas en algo abstracto. No en líneas permanentes, en algo más interno y personal.

Quiero más momentos que no tenga que escribir con la aspiración a sacarlos de mí, que no quiera escribirlos, que incluso lleguen a considerarse mariconadas.

Porque he sido bueno y lo sabéis, porque me lo merezco y os lo merecéis, porque aunque pida un tesoro, es lo único que os pido. Eso sí, sin prisas. Que tenéis muchos regalos diferentes al mío que repartir y que hacer feliz con ellos a todo vuestro mundo, inevitablemente.

Pero el tesoro que yo pido tiene exclusividad, tiene una felicidad exclusiva. Qué bonito es joder.


PD: no me hago ilusiones, solo espero no encontrarme con carbón debajo del árbol.

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Cabecita Loca

Hoy he saltado a la calle,
sin corazón de repuesto.
Las manos en mis bolsillos,
solo buscan presupuesto.
Yo voy siguiendo la huella
de algún perfume barato,
el brillo de una botella,
el susurrar de unos labios.

Te veo y siento miedo,
tengo los ojos rojos,
la cabecita loca,
el corazón despierto.
No sé cómo llevarte,
a mi rincón secreto.
Se me acaba la noche,
la salud y el dinero.
No te pierdo de vista
y ya te echo de menos,
no quiero ningún gramo,
que no sea de tu cuerpo.

Yo, para ver las estrellas,
nunca miro al cielo.
Ya se volar sin motores
aunque amanezca en el suelo.
No sé cómo convencerte
de compartir los febreros.
Si me muero de calor,
no sé por qué coño tiemblo.

Entre tú y yo la realidad,
una pared de cristal,
diez toneladas de soledad.
El minutero del reloj
me ha vuelto a dar la razón:
no es hora de que tú me digas
que no, que no, ¡QUE NO!

jueves, 17 de noviembre de 2011

Ver amanecer desde otra ventana.

Otra habitación, otro entorno, y otro olor. Es respirar profundamente y reconocer todo lo soñado, sumergirte en ello mientras inspiras, y no abandonarlo mientras pierdes el aire. Así sucesivamente durante unos efímeros instantes. 

Se van, los sueños se van y se van, pero adiós es la palabra más dulce cuando estás seguro del regreso. Y cuando no, se endulza, se toma cualquier tipo de edulcorante inexistente, y se endulza la vida.

Amanece, el cielo está rojizo, se fluye bien. Ver amanecer desde otra ventana, ceder al peso de los párpados, y volver a soñar.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Eso no se lleva...

Porque últimamente la gente se enfada conmigo por tonterías, gilipolleces, sin motivos, o con motivos imaginarios sin contrastar la información, cual periodista del corazón, con quien se debe hacer.



Tranqui por mi camino...

sábado, 5 de noviembre de 2011

Las voces de mi cabeza.


-Las voces de mi cabeza me susurran a gritos que les ponga cuerpo y cara.
-¿Has hecho un casting de modelos?
-Sí.
-¿Algún candidato?
-No.

viernes, 21 de octubre de 2011

La musa del destape.

Las cosas que vienen y van, que se van pero siempre llegan. La generación de los quince minutos, tan rápido como eso. ¿Y yo hablé de ratas el 26 de julio? Solo falta que me muerdan, pero eso ya son planes de futuro. Para dentro de 3 segundos y medio.


martes, 26 de julio de 2011

Triste vagabundo sin HOGAR.

Me he despertado entre cartones, otra vez. La primera sensación que tengo al abrir los ojos es de claustrofobia. Cada noche intento obviarla si no estoy muy cansado, ya que si me encuentro agotado emocionalmente me da igual meterme en una improvisada caja de cartones encontrados en la basura, y no noto apenas que estoy atrapado en un ataúd. En un futuro ataúd, ya que voy a morir allí.

No he podido estirarme, no he podido enjuagarme la cara, y me he meado encima. No tengo dinero para ir al médico, y el sufrimiento y las infecciones me traen sin cuidado. Hasta cierto punto, claro. Tengo que comer. Hoy toca ya. Tengo que conseguir un par de monedas.


La gente pasa ante mí, pero no soy visible para sus ojos. Tienen sus vidas, ellos sí, y parece como si quisieran restregármela por delante de mis cojones. Todos pasan, y prácticamente nadie me hace consciente de que han visto mi muñeca vendada con algodón sucio. No es nada en realidad, simplemente un día al levantarme me tropecé y apoyé contra el suelo y me magullé. Llama la atención sólo porque el vendaje está sucio.

Pero soy idiota, soy subnormal, soy un puto pobre que está lleno de enfermedades contagiosas, un vago, un ladrón, un impostor. Por tanto, nadie puede mirarme más de 2 segundos, porque con menos, no noto que sus ojos señalan mi ropa marrón, mis pantalones mojados, o mi vendaje. Porque soy idiota.

-Hola, ¿qué te ha pasado en la mano?

-Una rata me ha mordido en mi alcantarilla, ¿quieres ver la herida?

No hay respuesta, maleducados. Espero y nada. Impostores ellos, no yo.

Tranquilamente, espero a ver si puedo conseguir mi sustento económico, y de mientras, observo. Sinceramente, mi vida se basa en observar a los demás. Mi vida se basa en eso, y yo me obligo a basarla en sentir aprecio por esos desconocidos.

No, aprecio no. Cariño. Amor.

Veo pasar a Sofía una vez más, como cada día a esta hora. Le tengo cariño, la quiero mucho, le pongo nombre. Me cae bien, pero después de conversaciones, desaparece. Tiró monedas, me dio de comer, hasta que se cansó de mí y desapareció. Ya no la veo pasar delante de mí, ahora toma un atajo. Así no noto que me evita. Porque yo soy gilipollas.

Recuerdo en tiempos lejanos a la bruja bonita. Se sentaba a mi lado todos los días, y siempre me llenaba mi bote de dinero. Me cuidaba. Me concedí el honor de quererla. ¿Qué pasó con ella? Ojala te fueras volando en tu escoba, porque me mata verte todos los días dentro de tiendas lujosas donde yo nunca podré entrar, por miedo. Cobarde… qué tiempos. Qué tiempos presentes. Soy agobiante, ¿verdad?

Sigo mirando a la gente pasar, evitándome y a la vez contemplándome para olvidarme a los 4 segundos. Me vuelvo a mear encima. Da igual. Yo jamás me he fijado en la entrepierna de nadie, nunca, y quiero a alguien que no se fije en la mía, ni seca ni mojada. Quiero alguien que se fije en mis manos, aunque una de ellas esté herida.

Que se fije en mis manos para bien. No quiero conmigo a las palomas del parque. Ellas picotean de mis manos la comida, y cuando ya no queda nada que digerir, cuando estoy ilusionado porque siento que aceptan mis manos y empiezo a ser feliz, es cuando las ven.

-Nos da igual que nos hayas dado de comer, que hayas gastado tu escaso dinero en nosotras, que tu comida haya sido nuestra razón de revolotear en éste y no en otro parque. Ahora vemos tus manos, y eso nubla a todos los demás.

Y todas, todas, todas, todas y todas, se fueron volando a lo que algunos llaman otro país, prometiendo mandarme a alguna de sus hermanas mensajeras, porque me quieren mucho.

Y no hay respuesta, maleducadas. Espero y nada. Impostoras ellas, no yo.

Los vagabundos lloramos. Estoy llorando ahora. Por favor, solo lo suplico… quiero una moneda. No pido billetes, nunca lo he pedido. Aunque los deis y recibáis a diario conforme a multitud de entidades, delante de mis ojos. Prometo ver, mirar sin rechistar y callar. Callar mientras mi corazón mea sangre. Quiero una moneda, quiero que alguien me quiera con mi vendaje, que cuente conmigo cosas acerca de la rata que me mordió en esa alcantarilla y me arrancó el dedo anular de cuajo.

Me meo. De la risa esta vez. Risa diabólica. Diabólica y siniestra, de psicópata. Me doy asco.

Creo que he perdido el corazón, porque también me empiezan a dar asco los demás. Solo veo a millonarios que pasan de mí, sólo siento eso.

Pero entonces, aunque no tocase por horario, llegó el alba a mitad del día. Me hizo olvidar todo lo demás, todo, todo, todo, todo y todo. Mis pantalones se secaron, mi vendaje se limpió considerablemente. Y sonreí.

-Soy feliz.


Pero soy idiota, soy subnormal, soy un puto pobre que está lleno de enfermedades contagiosas, un vago, un ladrón, un impostor. El alba oscureció, se nubló y se distorsionó entre todos los huecos posibles, mientras cada vez a lo lejos logré oír restos de eco que decían “no eres pobre, eres rico, más rico que nadie, te quiero mucho, juntos construiremos una mansión especial”.

Adiós.

Ya todo da igual. Ya no tengo corazón, me he acostumbrado a esto.

Otro día más ni una sola moneda, a pasar el día en ayunas. No tengo fuerzas ni para recordar. ¿Palomas? ¿Parque? ¿Río? ¿Cine? Ya me da igual, me he vuelto a mear. Por última vez. Mi vejiga de la fe se ha vaciado por complejo, y el sol del verano de 2011 evapora los restos.

Moriré en mi recuerdo más reciente, junto a la puerta de la mansión inexistente, entre mis cartones con forma de ataúd. Esperando, esperando sin fe, pero allí esperando mis últimos instantes de vida.

Escuchando de algún lejano lugar, pero aquí mismo, que no he tenido suerte. Nadie se encariña de los desconocidos con vendaje en una mano, sólo yo. Solo...

miércoles, 20 de julio de 2011

sábado, 2 de julio de 2011

Como dos gotas de vodka.

“Otro oscuro amanecer, ya no hay duda en mi interior” escucho por los auriculares mientras escribo, preguntándome: ¿hasta qué punto es bueno algo extraordinario si lo vives dos veces, pero siendo la segunda una parodia? Es como… sí, muy bien, pero…

Lo bueno, sí, es bueno. Una vez, dos, y las que sea… infinitas si nos metemos en un planteamiento matemático. Pero, para mí, al menos para mí, lo bueno debe ser novedoso. Eso le quita el encanto a los deja vu, lo sé, pero…


En cambio, o mejor dicho, de forma equivalente, lo malo, también es malo, y sí, las veces que sea. Desgraciadamente no existe un análogo que haga que repetir algo malo se convierta en algo bueno… simplemente se vive. No duele, porque ya se ha vivido, pero agradar, lo que es agradar… pues no agrada.

Creo que debería concluir (¿no?) primero, en que nadie va a entender esto, ni siquiera yo, y segundo, en que algo que empiece como una parodia de una grandiosidad (salvo excepciones como “La que se avecina”) no podrá ni superar al original con el paso del tiempo, ni aportar nada nuevo, por lo que explicaba de lo bueno y lo malo de la repetición.

Que sí, que me gusta el vodka con limón, que la sensación que produce esta chula, pero siempre con limón no. A veces me apetece una naranja, un vaso de agua, un plato de lentejas, pegarme un tiro, escribir, ver videos antiguos de SLQH, ver como la gente se conecta al messenger…

Uh.




¿Egocentrismo, dudas, egoísmo, sentir que me repito, escribir dos actualizaciones seguidas, drogarme, ser demasiado claro engañándome a mí mismo diciendo que no soy claro?

¿Alguna vez…?

Libre, libre como el viento quiero ser, pero…

Pero…

Pero…

Me aburre, me aburre, me aburre el aire, y necesito respirar.

No voy a mentir, lo siento… (no puedo).

sábado, 18 de junio de 2011

Exámenes.

¿Eso qué es, bonito?



Nota: no ver el video hasta el 8 de julio de 2011.

.dije.

PD: dulces sueños

sábado, 4 de junio de 2011

Al tun tun.

Viento de junio, de cuando aún añoramos a la verdadera primavera. Mayor frescura anhelamos, y eres bienvenido. Fuera, dije; ven, te digo ahora. Según el momento, o por doquier, o para mis enemigos o indigentes verdaderos.

Las hojas muertas danzan en torno a nuestros tobillos, confusión con y por el sol a trasluz, brillo cegador. No importa hoy. ¡No importa! 

¿Eh?

Bebamos, bebamos y follemos. El agua turbia lo opacará, el humo de nuestra droga desgarrará nuestras entrañas. Pero despiertos. ¿Nadie dijo que el alma permanecerá despierta? Detalles minuciosos, y redundantes.

Todo es sueño, pero despiertos. No se duerme, no aquí. Entrañas desgarradas mencioné. ¿Qué se observa entre líneas?

El péndulo desgarrado. Bebamos, follemos, y sobretodo tarareemos el día a día.

martes, 3 de mayo de 2011

Los peros son la sombra de las palas.

Bajé de las nubes. Se acababan las vacaciones. Cortas, lluviosas, pero intensas, sobretodo intensas. Experiencias internas nuevas, que recorren todo tu ser de arriba abajo (o de abajo a arriba en ocasiones), produciendo un extraño y familiar cosquilleo. ¿Por qué hay tantos tipos de cosquilleos, y en cambio muchas veces los englobas todos en uno solo? En aquel día, en aquella semana, aquel segundo… da igual, el tiempo es lo de menos, la duración es relativa.

Lo que importa es que te hacen sentir en una nube, nube solitaria desde la que puedes disipar todo lo demás. Desde arriba.


Me apetecía ir al bosque, a desenterrar objetos. A devolverlos al campo de visión del sol. Eran mis objetos, mis tesoros, aquellos que de niño había enterrado a pico y pala con tanto afán y entusiasmo. Son aquellas cosas que a juicio de cualquiera las tenías olvidadas, pero que por arte de magia resurgen en tu cerebro, en aquella parte de él donde se almacenan los recuerdos y del que poca gente (yo incluido) conoce su nombre.

Evidentemente el agua de todos estos años ha endurecido la tierra. No encontraba otra explicación para que con la fuerza de 22 años (más o menos, ¿no?) después, me costase tanto cavar. No lo entendía entonces. Ahora sé que el problema era en la calidad de la pala. Las tecnologías avanzan, sí, pero una pala de hierro, con múltiples funciones, por mucho que salga en los anuncios de la tele, no es comparable a la pala azul de plástico con la que cavaste al nacer.

Pero…

Siempre hay un pero, ¿verdad? Los peros son la sombra de las palas, la dualidad, el yin y el yang. Esas fuerzas aparentemente opuestas y complementarias.

…había que bajar de las nubes.

- Baja de las nubes - me dijeron.

Y tuve que bajar de las nubes. ¿Por qué? Yo estoy bien ahí arriba. Quiero dormir con mi cosquilleo. ¿Ya no me hará nada al despertar?

¿Es el karma? Esa ley cósmica de retribución, de causa y efecto… Se supone, si admitimos esto como cierto, que una mala acción conlleva una mala consecuencia para uno mismo. Pero, ¿qué otra cosa se puede hacer cuando tras multitud de buenas acciones, no hay consecuencias buenas?

El espíritu vengativo, lo llevamos dentro, y por mucha sal que echemos en nuestra comida nunca va a irse. “Quiero que las cosas sean como yo diga, y como no me vienen así, yo las mías las doy de la misma manera”. Lo que viene siendo “si yo no puedo ser feliz, tú te jodes”.


Se escapó la pala de las manos, se la llevó un pero. Se fueron las cosquillas, perdí mi nube. Perdí la sensibilidad, mi sensibilidad… ¿Es consecuencia tautológica del axioma de “bajar de las nubes” el hecho de que no me afecten como antes los males ajenos? ¿Será por falta de nubes? No lo creo… simplemente pierdes tu corazón. Te lo machacan, no tienes ayuda… y llega un momento que cuando la otra persona empieza a pasar un mal momento, no te afecta, porque ya no hay corazón, solo queda la huella del pero.

Llamé la atención, lo intenté hacer, y cuando ahora ves que lo pretenden otros… te da igual.

¿Eres mala persona por ello?



Ya lo ves,
nada terminó,
es solo el renacer
de viejas ilusiones.

Otra vez
quiero echar mi voz
a volar
A volar…

Sueña con volar...

lunes, 18 de abril de 2011

El video más esperado de youtube.



Desde agosto esperando, desde agosto...

miércoles, 6 de abril de 2011

Rutina en las venas.

Esta historia es ficticia. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Para evitar posibles alusiones, llamaremos a los personajes como "Protagonista", "Sujeto A", Sujeto B", y "Sujeto C", y al grupo musical "Gritando en S".

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DÍA 5 DE ABRIL

- Protagonista: ¿Vas a venir al concierto de Gritando en S del 9 de abril?
- Sujeto A: Espera, estoy jugando al wow.
(75 minutos después...)
- Sujeto A: sí claro, mañana mismo voy a comprar la entrada, sin problema tío.


- Protagonista: ¿Vas a venir al concierto de Gritando en S del 9 de abril?
(37 minutos después...)
- Protagonista: [manda un zumbido]
- Sujeto B: ¡¡QUÉ!!
- Protagonista: Deberías mirarte tu conexión eh. ¿Vas a venir al concierto de Gritando en S del 9 de abril?
- Sujeto B: No me gusta el nuevo disco, y estaré en Madrid.
- Protagonista: Ok.
(15 segundos después...)
- Sujeto B: Pues eso, mañana Sujeto A me compra la entrada.
- Protagonista: ¿Pero no te vas a madrid y además no te gusta el disco nuevo?
- Sujeto B: Ya, por eso no voy.
- Protagonista: Me da la impresión de que te contradices.
- Sujeto B: Es que me hablan 5 personas a la vez.


- Protagonista: ¿Vas a venir al concierto de Gritando en S del 9 de abril?
- Sujeto C: Sí, me compré ayer la entrada. Es la 227... ah no, la 198. Voy a ver la trilogía de El bueno, el feo y el malo.
- Protagonista: ... (menos mal que se le ha olvidado que yo también me comprometí a verlas)



DÍA 6 DE ABRIL

- Protagonista: ¿Alguna vez has tenido un momento tan feliz en el que desearías no vivir más para no empeorarlo?
- Sujeto A: ¿Qué?
- Protagonista: Mierda que me he equivocado de conversación. ¿Has comprado ya la entrada de Gritando en S?
- Sujeto A: No voy, me he gastado mucha pasta este mes.
- Protagonista: Pero si estamos a 6 de abril... :s


- Protagonista: ¿Te ha comprado ya Sujeto A la entrada de Gritando en S?
- Sujeto B: No voy, no tengo dinero. Es que he comprado cosas baratísimas en China y me he pasado y ahora le debo mucho dinero a un amigo.
- Protagonista: Si no quieres venir no tienes que mentirme ni inventarte historias, ¿sabes? Nuestra amistad se ha terminado.
- Sujeto B: si me fías tú el dinero voy.
- Protagonista: ¿tú me has visto a mí cara de chino?


- Protagonista: No vienen a Gritando en S Sujeto A ni Sujeto B.
- Sujeto C: Me da igual, eres un cabrón.
- Protagonista: ¿Por qué?
- Sujeto C: Dijiste que ibas a ver la trilogía de El bueno el feo y el malo, y encima te cachondeas en el blog.
- Protagonista: Ya las veré.
- Sujeto C: Acho tío, yo he visto todas las películas que me has dicho.
- Protagonista: Me voy a estudiar.
- Sujeto C: Y yo a ver Californication.

domingo, 27 de marzo de 2011

Recopilando estrellas.

Si pudiera coger un tren, ¿a dónde iría?


Todo empezó con esa pregunta resonando en mi interior, repitiéndose hasta caer dormida a cada anochecer.


Cada mañana me preparaba para un nuevo periodo de 24 horas, con un leve recuerdo representado por la imagen de un tren echando humo. Era optimista, pues pensaba que, en caso de cumplirse, ahora quedaba menos tiempo que desde la última vez que me lo planteé. 

No me faltaba razón. Si cogiese un tren, si pudiera hacerlo, cada vez faltaba menos para ello.

...

Próxima parada en 20 minutos”. Por naturaleza cuando te despiertas esperas estar de manera horizontal, y si no lo estás y además te despiertas en un continuo traqueteo, intentas reincorporarte lo más rápido posible. Es como un instinto testarudo: “o estoy tumbado en condiciones, o no duermo si tengo fuerzas para evitarlo“.

No estaba soñando, no era un deseo. Regresaba ya, y por las ventanas había verdes campos con caballos al cuidado de, al menos visiblemente, nadie.

Me reincorporé, soñoliento, añorando una cama o sofá cómodo, y bostezando. Cuando llegase a… a mi casa, me lavaría la cara y me quitaría las legañas. 

Y de verdad os digo una cosa, si algo puede joder el regreso de tu viaje con ese enorme paisaje para disfrutar, para alegrarte la vista, es que haya dos personas, y solo dos personas mientras el resto está callado pensando en sus cosas, hablando sin parar. Y cuando digo sin parar es sin parar. El regreso, y sobretodo el final del trayecto, es para estar callado, pensando en el viaje, intentando no pensar en la vuelta a la rutina.

(Nota para mí mismo: mi regreso puede ser la ida de otros)


Entonces, cuando una de esas personas sacó unos papeles y una tarjeta de crédito, para evitar sacar de mí mi lado de ladrón estafador por pegar demasiado el oído o la vista hacia esos documentos, cogí y me levanté.

No sería lo mismo que cualquier bar nocturno, pero a caballo regalado (bueno, regalado no porque iba a tener que pagar)… así que fui al bar del tren, a sentarme solo a beber algo, como un borracho que no era capaz de andar hasta llegar a su portal y subir las escaleras, o como alguien deprimido que quiere usar el alcohol como artilleria pesada para que empuje los malos recuerdos del cerebro, construya un muro, y los deje encerrados.

...

No era el único que estaba en el bar. Entre la… llamémosla cariñosamente muchedumbre, estaba aquel rostro de mujer que tenía esos ojos tan brillantes, casi desconcertantes. En efecto, aquella del sueño del pozo [‘relato’ que no llegue a publicarne el blog, pero que si alguien lo quiere…].

- Una cerveza - pedí, y me senté a su lado.

CONTINUARÁ...(o no)


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Entrada dedicada a aquella sensación de mirar por la ventana cerrada en un día de lluvia, observar a las gotas resbalar por el quebradizo cristal, y querer encoger (cariño, ¡encógeme!) a diminuta escala, bucear dentro de una gota, la que sea, y caer, deslizarse por las rendijas con ella, por los ladrillos de… de tu casa, hasta la más profunda de las alcantarillas.

Va por ti, sensación.

Que más da si me orino en ese destino para el que he nacido...

viernes, 25 de marzo de 2011

No me olvido.

No me olvido que tengo un blog, y menos en esta semana... pero las circunstancias son las circunstancias. Me prometo a mí mismo actualizar este fin de semana.

jueves, 24 de febrero de 2011

Una canción que todo el mundo debería escuchar alguna vez en su vida.

Anoche lo volví a hacer,
cogí la pluma y la dinamita
para volver a cruzar el umbral
de los que solos se marchitan.

De repente me vi,
entre la espada y la pared,
entre la silla y la guitarra,
y ante un papel que ensuciaré.

He prometido no hacerlo,
no escribir siempre tan triste,
pero recuerdo cada una de las ostias que me diste.
Y que si para ser feliz el pensar sale tan caro,
prefiero quedarme así y que me llamen bicho raro.

Pero siempre lo mancho todo de negro
y solo sé evitarlo envenenando a mi cerebro.

Pero siempre lo mancho todo de negro
y solo sé evitarlo envenenando a mi cerebro.

He aprendido de las calles,
y aprendí del desconsuelo,
que la vida es hija de puta
con los que van mirando al suelo.

Ojalá todo fuera distinto
y lo singular fuera primario.
Ojalá lo único normal fuera comer a diario.

Pero normales hay a patadas,
y a patadas van por la vida
los que nunca van a enterarse,
que el corazón también tiene heridas.

No le tengas miedo a casi nada,
mucho menos a la muerte,
solo teme que algún día
el alma deje de dolerte.

Y es que siempre lo mancho todo de negro
y solo sé evitarlo envenenando a mi cerebro.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Sin palabras.

Hoy no me salen las palabras, pero sí que puedo expresarme con todo lujo de detalles con imágenes. Aquí tenemos más de cinco mil palabras, ordenadas cronológicamente:





domingo, 13 de febrero de 2011

Hace 6 años.

Hace exactamente 6 años, sobre esta misma hora, llegaba a mi casa con la sensación de haber experimentado algo nuevo. Era una sensación de absoluta felicidad nunca antes sentida, y que quería volver a repetir. Una sensación que no sabía que iba a conducir mi vida hasta este punto, punto del que me siento muy bien ahora mismo.



Hoy, tras más de 50 conciertos, tengo ya planeadas las fechas próximas de Storm, Ska-P, Celtas Cortos, Porretas, Gritando en Silencio, Lujuria, Leo037, Avalanch, y otros muchos más.

Puesto que me resulta imposible resumir todos los grupos que he visto, opto por poner un video del primer grupo que vi en directo, uno de un concierto concreto (calidad pésima, pero no he encontrado otro) del cual he tenido una larga conversación (nostálgica por mi parte) hace un rato con la luna que no está en el cielo, y uno del último grupo que he visto actuando:








Porque como canta Óscar en sus conciertos, va siendo hora de que se enteren, el rock es eterno, el rock nunca muere. He visto modas ir  y venir, pero el rock no es moda, es un modo de vivir... JODA A QUIEN JODA.


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Y cómo no, sin tener nada que ver, y como diría alguien que a lo mejor lee esto, "para cargarme esta entrada", termino con un video de otra despedida:

jueves, 10 de febrero de 2011

A veces.

A veces fabricas pequeñas bolitas de chocolate para otras personas durante mucho tiempo, y no pasa nada, todo está bien. Fabricas miles y llenas la balanza desequilibrándola escalabrosamente hacia el lado del bien y de lo bonito.

Otras veces no…

A veces estas bolitas son tan pequeñas que las podrías comer con una facilidad absoluta, como si fuesen bolitas de caviar, las tragas sin deparar en su existencia.

Otras veces no, y eso está bien.

Pero a veces parece que por muy grande que puedan ser cualquiera de estas bolitas de chocolate, incluso tan pesadas como para subir el lado del mal y de lo feo hasta lo más alto, nunca podrá superar en masa a una bola fea, que también fabricas tú.

Otras veces no… creo.


A veces me da la impresión de que las bolas feas y a la vez pequeñas son cada vez menos frecuentes, o de que uno no se puede agachar a recoger del suelo aquellas bolitas de chocolate (a ellas o a lo que sea que pueda haber quedado de ellas, pues siempre puede quedar algo si se quiere) de las que parecen caviar que se cayeron por culpa de esa bola fea que superaba en masa a las anteriores y que fueron tan bienintencionadamente fabricadas, y volverlas a colocar.

Otras veces no… (por seguir con la estética del texto)

A veces parece que las bolas feas no están colocadas sin más, sino pegadas con un fuerte pegamento en el plato de la balanza, que ni Sansón con la melena de Rapunzel podría apartar.

Pero… si se quiere se puede, ¿no?

En fin, que el rencor no es bueno, y que cada uno elija lo que prefiera recordar, bueno o malo (siempre será mejor que una mente sin recuerdos). Pero luego toca ser consecuentes con los actos, y, en el caso de equivocarse, cruzar los dedos para que cuando intentes enmendarlo (si es que lo intentas) la otra persona no cometa también tu mismo error (si es que lo comete, y si es que su elección es realmente un error), y pierdas una balanza.

miércoles, 26 de enero de 2011

MI ENTRADA NÚMERO 100

No puedo ver en negro, pues por mucho que cierre los ojos veo puntitos amarillos impregnados en esa deslucida superficie. El párpado de mis ojos es demasiado fino para no dejar traspasar ese mínimo de luz que viene de imitadores, de meros ilusionistas que fingen ser el Sol. Porque igual o menos imposible es que mire al sol directamente como que desaparezca la brillantez de sus imitadores.

En un absurdo intento, casi experimental, de pretender conocer la ausencia de todo color, me ayudo de la palma de mis manos para cubrirme los ojos. No obstante por mucho que apriete contra mi cara, inexplicable o explicablemente, no me desvanezco.

Puede que sea un invierno caluroso, un verano frío, una primavera sin amores, un otoño con hojas, puede que el clima venga a manos de la normalidad. Siempre habrá rendijas no unibles a mi piel por las que se cuelen las estrellas.


Las estrellas que forman la noche, que cumplen con ese cielo dejándolo anonadado y parpadeante. Anonadado, parpadeante, y feliz. Feliz en ese sendero de constante superación personal, de avance continuo hacia la lejanamente infinita meta de la felicidad suprema.

Pero solo feliz en el recorrido del trayecto, nunca en la meta. Ya que, a pesar de tener las estrellas, muchas de ellas son fugaces, otras son muy parecidas entre sí, y otras desaparecen sin más. ¿Alguien nota cuando en el cielo falta una estrella? A veces sobran demasiadas.

Por eso existes tú, la luna. Para mis ojos la más grande de todas. Única, diferente entre tanta oscuridad, rodeada de tantas estrellas. La única de la que soy consciente si desaparece, y la única que cuando lo hace, realmente casi suelda las rendijas por las que pasa mi claridad.

Aquella sensación, cuando hipócritamente me convierto, ahora yo, en ilusionista que transforma astros a su antojo… es la que me hace ver, con los ojos abiertos de par en par, sin parpados de por medio, un cielo sin estrellas. Y no uno cualquiera, sino el mío. El nuestro.


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Y a las 23:59 del día 26 de enero de 2011, llegó mi entrada número 100. No se me dan bien las celebraciones, así que he optado por escribir lo que pienso en estos momentos. De corazón. Aunque todo haya cambiado y todo siga exactamente igual. Aunque en el cielo no haya estrellas…

Ahí están.

jueves, 13 de enero de 2011

Pensamientos al azar sobre el día 11 de enero de 2011

Es raro. Aunque ese término sea muy abarcador del concepto general contrario a la normalidad, no encuentro otro adjetivo para definir ese día. Es como dejar de estar de forma repentina dentro de sí. Te levantas, todo normal, llegas a tu casa pronto por no haber ido a la última clase de la facultad, y a partir de ahí todo se vuelve confuso y raro, y así sigue.

Quizás sea por esa silueta de espaldas, tan lejana en apariencia, diminuta ante mis cada vez menos metafóricos ojos. Quizás efectos secundarios de estudiar Análisis Funcional.

Pero es como salir fuera de tu propio cuerpo. Como cuando ves una película, que ves en 2 horas a una serie de personajes y sus vidas, y prácticamente nunca la película va a tiempo real. Siempre abarcará varias horas o días, quizás meses o años. Es ver una película de tu propia vida, pasa todo muy rápido.

¿Queremos algo más? ¿Esperamos algo que no sabemos qué es? ¿Ha pasado y no lo hemos visto?



Los días desaparecen, y cuando relea mi diario de emociones cierto tiempo posterior al presente, no hallaré nada en ese día.

Fantasma, y no en el sentido popularmente peyorativo de la palabra. Fantasma de mí, en mi 11 de enero de 2011.

Y termino esta entrada apagando el ordenador, a día 12 (ya 13 en realidad) de enero, cuando son las 0:56, pues ya ha acabado el día y es hora de acostarse.