sábado, 31 de diciembre de 2011

Queridos Reyes Magos:

Quiero no escribir tantas entradas en este blog. Quiero no sentir tanto como antes la necesidad de plasmar aquí nada. Quiero que sea como es ahora. Quiero seguir jugando con las palabras y sus significados, pero colocándolas de manera única en un único instante del tiempo, y que queden grabadas en algo abstracto. No en líneas permanentes, en algo más interno y personal.

Quiero más momentos que no tenga que escribir con la aspiración a sacarlos de mí, que no quiera escribirlos, que incluso lleguen a considerarse mariconadas.

Porque he sido bueno y lo sabéis, porque me lo merezco y os lo merecéis, porque aunque pida un tesoro, es lo único que os pido. Eso sí, sin prisas. Que tenéis muchos regalos diferentes al mío que repartir y que hacer feliz con ellos a todo vuestro mundo, inevitablemente.

Pero el tesoro que yo pido tiene exclusividad, tiene una felicidad exclusiva. Qué bonito es joder.


PD: no me hago ilusiones, solo espero no encontrarme con carbón debajo del árbol.

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Cabecita Loca

Hoy he saltado a la calle,
sin corazón de repuesto.
Las manos en mis bolsillos,
solo buscan presupuesto.
Yo voy siguiendo la huella
de algún perfume barato,
el brillo de una botella,
el susurrar de unos labios.

Te veo y siento miedo,
tengo los ojos rojos,
la cabecita loca,
el corazón despierto.
No sé cómo llevarte,
a mi rincón secreto.
Se me acaba la noche,
la salud y el dinero.
No te pierdo de vista
y ya te echo de menos,
no quiero ningún gramo,
que no sea de tu cuerpo.

Yo, para ver las estrellas,
nunca miro al cielo.
Ya se volar sin motores
aunque amanezca en el suelo.
No sé cómo convencerte
de compartir los febreros.
Si me muero de calor,
no sé por qué coño tiemblo.

Entre tú y yo la realidad,
una pared de cristal,
diez toneladas de soledad.
El minutero del reloj
me ha vuelto a dar la razón:
no es hora de que tú me digas
que no, que no, ¡QUE NO!