martes, 3 de mayo de 2011

Los peros son la sombra de las palas.

Bajé de las nubes. Se acababan las vacaciones. Cortas, lluviosas, pero intensas, sobretodo intensas. Experiencias internas nuevas, que recorren todo tu ser de arriba abajo (o de abajo a arriba en ocasiones), produciendo un extraño y familiar cosquilleo. ¿Por qué hay tantos tipos de cosquilleos, y en cambio muchas veces los englobas todos en uno solo? En aquel día, en aquella semana, aquel segundo… da igual, el tiempo es lo de menos, la duración es relativa.

Lo que importa es que te hacen sentir en una nube, nube solitaria desde la que puedes disipar todo lo demás. Desde arriba.


Me apetecía ir al bosque, a desenterrar objetos. A devolverlos al campo de visión del sol. Eran mis objetos, mis tesoros, aquellos que de niño había enterrado a pico y pala con tanto afán y entusiasmo. Son aquellas cosas que a juicio de cualquiera las tenías olvidadas, pero que por arte de magia resurgen en tu cerebro, en aquella parte de él donde se almacenan los recuerdos y del que poca gente (yo incluido) conoce su nombre.

Evidentemente el agua de todos estos años ha endurecido la tierra. No encontraba otra explicación para que con la fuerza de 22 años (más o menos, ¿no?) después, me costase tanto cavar. No lo entendía entonces. Ahora sé que el problema era en la calidad de la pala. Las tecnologías avanzan, sí, pero una pala de hierro, con múltiples funciones, por mucho que salga en los anuncios de la tele, no es comparable a la pala azul de plástico con la que cavaste al nacer.

Pero…

Siempre hay un pero, ¿verdad? Los peros son la sombra de las palas, la dualidad, el yin y el yang. Esas fuerzas aparentemente opuestas y complementarias.

…había que bajar de las nubes.

- Baja de las nubes - me dijeron.

Y tuve que bajar de las nubes. ¿Por qué? Yo estoy bien ahí arriba. Quiero dormir con mi cosquilleo. ¿Ya no me hará nada al despertar?

¿Es el karma? Esa ley cósmica de retribución, de causa y efecto… Se supone, si admitimos esto como cierto, que una mala acción conlleva una mala consecuencia para uno mismo. Pero, ¿qué otra cosa se puede hacer cuando tras multitud de buenas acciones, no hay consecuencias buenas?

El espíritu vengativo, lo llevamos dentro, y por mucha sal que echemos en nuestra comida nunca va a irse. “Quiero que las cosas sean como yo diga, y como no me vienen así, yo las mías las doy de la misma manera”. Lo que viene siendo “si yo no puedo ser feliz, tú te jodes”.


Se escapó la pala de las manos, se la llevó un pero. Se fueron las cosquillas, perdí mi nube. Perdí la sensibilidad, mi sensibilidad… ¿Es consecuencia tautológica del axioma de “bajar de las nubes” el hecho de que no me afecten como antes los males ajenos? ¿Será por falta de nubes? No lo creo… simplemente pierdes tu corazón. Te lo machacan, no tienes ayuda… y llega un momento que cuando la otra persona empieza a pasar un mal momento, no te afecta, porque ya no hay corazón, solo queda la huella del pero.

Llamé la atención, lo intenté hacer, y cuando ahora ves que lo pretenden otros… te da igual.

¿Eres mala persona por ello?



Ya lo ves,
nada terminó,
es solo el renacer
de viejas ilusiones.

Otra vez
quiero echar mi voz
a volar
A volar…

Sueña con volar...