martes, 31 de enero de 2012

El destino a las 5 de la mañana.

No sé si creo en el destino. Es decir, a veces creo que existe y a veces no. Y siempre con argumentos de peso, llevando la razón. Siempre. Eso es parte del problema, que siempre llevo razón... como todos.

No hay que olvidar nuestro ideal de destino. Un destino malo no es un destino. O sí. Ahora dudo... Pero quiero decir, cuando no somos felices, no creemos en el destino. No va con nosotros, nos volvemos escépticos, "¿Cómo es posible que me esté pasando a mí esta desgracia? Está claro que el destino no existe, no para mí. Es más, la vida es una mierda. Mi vida es una mierda"

Ahora, cuando somos felices, creyentes de primera oiga.

Parecemos bipolares.

Somos a veces demasiado vividores del momento presente. Sí, demasiado. Con todavía toda nuestra existencia por delante afirmamos con rotundidad cosas que solo podemos saber si hemos vivido UNA VIDA. Y de hecho me las estoy dando de listo afirmando esto último, pero lo que sí está claro es que tanto tú como yo, aparte de ser la ostia por estar vivos (y por tanto estar ganando la cruenta batalla a palos con la vida), no podemos saber si el destino existe (ni otras muchas cosas, infinidad), y si nos ha llegado ya.

"volar tan cerca del sol solo me puede quemar..."