jueves, 24 de febrero de 2011

Una canción que todo el mundo debería escuchar alguna vez en su vida.

Anoche lo volví a hacer,
cogí la pluma y la dinamita
para volver a cruzar el umbral
de los que solos se marchitan.

De repente me vi,
entre la espada y la pared,
entre la silla y la guitarra,
y ante un papel que ensuciaré.

He prometido no hacerlo,
no escribir siempre tan triste,
pero recuerdo cada una de las ostias que me diste.
Y que si para ser feliz el pensar sale tan caro,
prefiero quedarme así y que me llamen bicho raro.

Pero siempre lo mancho todo de negro
y solo sé evitarlo envenenando a mi cerebro.

Pero siempre lo mancho todo de negro
y solo sé evitarlo envenenando a mi cerebro.

He aprendido de las calles,
y aprendí del desconsuelo,
que la vida es hija de puta
con los que van mirando al suelo.

Ojalá todo fuera distinto
y lo singular fuera primario.
Ojalá lo único normal fuera comer a diario.

Pero normales hay a patadas,
y a patadas van por la vida
los que nunca van a enterarse,
que el corazón también tiene heridas.

No le tengas miedo a casi nada,
mucho menos a la muerte,
solo teme que algún día
el alma deje de dolerte.

Y es que siempre lo mancho todo de negro
y solo sé evitarlo envenenando a mi cerebro.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Sin palabras.

Hoy no me salen las palabras, pero sí que puedo expresarme con todo lujo de detalles con imágenes. Aquí tenemos más de cinco mil palabras, ordenadas cronológicamente:





domingo, 13 de febrero de 2011

Hace 6 años.

Hace exactamente 6 años, sobre esta misma hora, llegaba a mi casa con la sensación de haber experimentado algo nuevo. Era una sensación de absoluta felicidad nunca antes sentida, y que quería volver a repetir. Una sensación que no sabía que iba a conducir mi vida hasta este punto, punto del que me siento muy bien ahora mismo.



Hoy, tras más de 50 conciertos, tengo ya planeadas las fechas próximas de Storm, Ska-P, Celtas Cortos, Porretas, Gritando en Silencio, Lujuria, Leo037, Avalanch, y otros muchos más.

Puesto que me resulta imposible resumir todos los grupos que he visto, opto por poner un video del primer grupo que vi en directo, uno de un concierto concreto (calidad pésima, pero no he encontrado otro) del cual he tenido una larga conversación (nostálgica por mi parte) hace un rato con la luna que no está en el cielo, y uno del último grupo que he visto actuando:








Porque como canta Óscar en sus conciertos, va siendo hora de que se enteren, el rock es eterno, el rock nunca muere. He visto modas ir  y venir, pero el rock no es moda, es un modo de vivir... JODA A QUIEN JODA.


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Y cómo no, sin tener nada que ver, y como diría alguien que a lo mejor lee esto, "para cargarme esta entrada", termino con un video de otra despedida:

jueves, 10 de febrero de 2011

A veces.

A veces fabricas pequeñas bolitas de chocolate para otras personas durante mucho tiempo, y no pasa nada, todo está bien. Fabricas miles y llenas la balanza desequilibrándola escalabrosamente hacia el lado del bien y de lo bonito.

Otras veces no…

A veces estas bolitas son tan pequeñas que las podrías comer con una facilidad absoluta, como si fuesen bolitas de caviar, las tragas sin deparar en su existencia.

Otras veces no, y eso está bien.

Pero a veces parece que por muy grande que puedan ser cualquiera de estas bolitas de chocolate, incluso tan pesadas como para subir el lado del mal y de lo feo hasta lo más alto, nunca podrá superar en masa a una bola fea, que también fabricas tú.

Otras veces no… creo.


A veces me da la impresión de que las bolas feas y a la vez pequeñas son cada vez menos frecuentes, o de que uno no se puede agachar a recoger del suelo aquellas bolitas de chocolate (a ellas o a lo que sea que pueda haber quedado de ellas, pues siempre puede quedar algo si se quiere) de las que parecen caviar que se cayeron por culpa de esa bola fea que superaba en masa a las anteriores y que fueron tan bienintencionadamente fabricadas, y volverlas a colocar.

Otras veces no… (por seguir con la estética del texto)

A veces parece que las bolas feas no están colocadas sin más, sino pegadas con un fuerte pegamento en el plato de la balanza, que ni Sansón con la melena de Rapunzel podría apartar.

Pero… si se quiere se puede, ¿no?

En fin, que el rencor no es bueno, y que cada uno elija lo que prefiera recordar, bueno o malo (siempre será mejor que una mente sin recuerdos). Pero luego toca ser consecuentes con los actos, y, en el caso de equivocarse, cruzar los dedos para que cuando intentes enmendarlo (si es que lo intentas) la otra persona no cometa también tu mismo error (si es que lo comete, y si es que su elección es realmente un error), y pierdas una balanza.